El año de la serpiente. Una experiencia teatral expandida

El pasado 26 de mayo, la Sala de Grados B de la ETSI Informática de la Universidad de Málaga fue el escenario de una experiencia escénica que no solo nos invitó a presenciar una obra de teatro, sino a sentirla literalmente en nuestra piel. Se trató de la representación de El año de la serpiente, una obra escrita y protagonizada por Alessandra García, llevado por el proyecto europeo 6G-Sandbox, una novedosa iniciativa que explora las posibilidades de la tecnología 6G y que, en este caso, colaboraron junto a Owo y Nokia.

Desde el inicio, la actividad nos permitió conocer a Alessandra, una actriz muy comprometida con un reto interpretativo muy particular: llevar a escena una historia que transmita emociones a través de su cuerpo, su voz, y por medio de la tecnología háptica.

Gracias a unos trajes especiales dotados de parches que aplicaban pequeñas vibraciones o impulsos eléctricos, el público pudo experimentar esas emociones físicamente, sintiendo en su propio cuerpo lo que ocurría sobre el escenario.

La experiencia se completaba con otro componente tecnológico bastante innovador: un sistema de telepresencia con gafas de realidad virtual y torretas. Éstas últimas, situadas una en el escenario y otra entre el público, ofrecían una especie teletransporte digital: al colocarnos las gafas y seleccionar una opción del menú, podíamos “movernos” virtualmente de un punto al otro, ver lo que sucedía a través de las cámaras integradas y escuchar en tiempo real, generando una verdadera sensación de estar presente en otro lugar sin haber salido del sitio original.

La obra, en su trama, abordaba el acoso laboral desde una perspectiva sensible e introspectiva, utilizando el cuerpo y las emociones para transmitir una serie de eventos traumáticos que, gracias tanto a la actuación de Alessandra como a los trajes hápticos, pudieron ofrecer una experiencia profundamente inmersiva y empática. En vez de limitarse a contemplar el sufrimiento ajeno, el público lo sintió.

Tras la representación, el equipo técnico nos ofreció probar libremente otras sensaciones mediante los trajes hápticos: desde un disparo que atraviesa el cuerpo hasta un abrazo, pasando por la presión de cargar un objeto pesado, una puñalada o incluso la punzada de un dardo. Fue un momento tanto entretenido como educativo, que nos hizo reflexionar sobre las posibilidades que se abren cuando la tecnología se pone al servicio del arte

El año de la serpiente no solo fue una obra teatral; fue una experiencia completamente inmersiva que difuminó las fronteras entre espectador y escena. Una demostración tangible de que los avances tecnológicos pueden estar orientado a las artes como al teatro, resultando en una perfecta unión entre cultura y tecnología.